Hans Christian Andersen

Hans Christian Andersen

Nació el 2 de abril de 1805 en Odense, Dinamarca. Su familia era tan pobre que en ocasiones tuvo que dormir bajo un puente y mendigar. Fue hijo de un zapatero de veintidós años, instruido pero enfermizo Hans Andersen, y de una lavandera de confesión protestante Anne Marie Andersdatter. Andersen dedicó a su madre el cuento La pequeña cerillera, por su extrema pobreza, así como No sirve para nada, en razón de su alcoholismo.

Oline Marie Andersdatter Hjelset (Vikene) (1874 - 1912) - Genealogy

Desde muy temprana edad, Hans Christian mostró una gran imaginación que fue alentada por la indulgencia de sus padres. En 1816 murió su padre y Andersen dejó de asistir a la escuela; se dedicó a leer todas las obras que podían conseguir, entre ellas las de Ludwig Holberg y William Shakespeare.
Andersen decidió convertirse en cantante de ópera y se trasladó a Copenhague en septiembre de 1819. Una vez allí fue tomado por lunático, rechazado y prácticamente se quedó sin nada; pero hizo amistad con los músicos Christoph Weyse, Giuseppe Siboni (fundador y director de la Real Academia Danesa de Música) y más tarde con el poeta Frederik Høegh-Guldberg.
Siboni, tras escucharlo, decidió patrocinar sus estudios, pero las malas condiciones de su habitación durante el invierno le hicieron perder la voz. No obstante, su tragedia "Alfsol" atrajo la atención de Jonas Collin, el director del Teatro Real de Copenhague (además de ser Consejero de Estado, lo que significaba que tenía cercanos nexos con el rey), que sería su mecenas y también su amigo de por vida.
El rey Federico VI se interesó en el extraño muchacho y lo envió durante algunos años a la escuela de Slagelse. Dada su escasa instrucción previa, fue enviado con los alumnos más jóvenes, lo que aunado a la antipatía del director hizo que, como más tarde reconoció, estos años fueran los más oscuros y amargos de su vida. No obstante, el agradecido Andersen perseveró en sus estudios y conservó notas que dejaron satisfecho al Consejero, y permaneció en Slagelse y en la escuela de Elsinor (en danés Helsingør) hasta 1827. Collin finalmente consideró acabados sus estudios y Andersen volvió a Copenhague.
El mismo año de 1827 Hans Christian logró la publicación de su poema «El niño moribundo» en la revista literaria Kjøbenhavns flyvende Post, la más prestigiosa del momento; apareció en las versiones danesa y alemana de la revista.
Andersen fue un viajero empedernido. Tras sus viajes escribía sus impresiones en los periódicos. De sus idas y venidas también sacó temas para sus escritos.
Exitosa fue también su primera obra de teatro, El amor en la torre de San Nicolás, publicada en 1839.
En 1834 llegó a Roma. Fue Italia la que inspiró su primera novela, El improvisador, publicada en 1835, con bastante éxito. En este mismo año aparecieron también las dos primeras ediciones de Historias de aventuras para niños, seguidas de varias novelas de historias cortas. Antes había publicado un libreto para ópera, La novia de Lammermoor, y un libro de poemas titulado Los doce meses del año.
El valor de estas obras en principio no fue muy apreciado; en consecuencia, tuvieron poco éxito de ventas. No obstante, en 1838 Hans Christian Andersen ya era un escritor establecido. La fama de sus cuentos de hadas fue creciendo. Comenzó a escribir una segunda serie en 1838 y una tercera en 1843, que apareció publicada con el título Cuentos nuevos. Entre sus más famosos cuentos se encuentran «El patito feo», «El traje nuevo del emperador», «La reina de las nieves», «Las zapatillas rojas», «El soldadito de plomo», «El ruiseñor», «La sirenita», «Pulgarcita», «La pequeña cerillera», «El alforfón», «El cofre volador», «El yesquero», «El ave Fénix», «La sombra», «La princesa y el guisante» entre otros. Han sido traducidos a más de ochenta idiomas y adaptados a obras de teatro, ballets, películas, dibujos animados, juegos en CD y obras de escultura y pintura.
El más largo de los viajes de Andersen, entre 1840 y 1841, fue a través de Alemania (donde hizo su primer viaje en tren), Italia, Malta y Grecia a Constantinopla. El viaje de vuelta lo llevó hasta el Mar Negro y el Danubio. El libro El bazar de un poeta (1842), donde narró su experiencia, es considerado por muchos su mejor libro de viajes.
Andersen se convirtió en un personaje conocido en gran parte de Europa, a pesar de que en Dinamarca no se le reconocía del todo como escritor. Sus obras, para ese tiempo, ya se habían traducido al francés, al inglés y al alemán. En junio de 1847, visitó Inglaterra por primera vez, viaje que resultó todo un éxito. Charles Dickens lo acompañó en su partida.
Después de esto, Andersen continuó con sus publicaciones, aspirando a convertirse en novelista y dramaturgo, lo que no consiguió. De hecho, Andersen no tenía demasiado interés en sus cuentos de hadas, a pesar de que es justamente por ellos por los que es valorado hoy en día. Aun así, continuó escribiéndolos y en 1847 y 1848 aparecieron dos nuevos volúmenes. Tras un largo silencio, Andersen publicó en 1857 otra novela, Ser o no ser. En 1863, después de otro viaje, publicó un nuevo libro de viaje, en España, país donde le impresionaron especialmente las ciudades de Málaga (donde tiene erigida una estatua en su honor), Granada, Alicante y Toledo.
Una costumbre que Andersen mantuvo por muchos años, a partir de 1858, fue la de narrar de su propia voz los cuentos que le volvieron famoso.  
Andersen se enamoró a menudo de mujeres inaccesibles para él y muchas de sus historias se interpretan como alusiones a sus fracasos sentimentales. La más famosa de éstas fue la soprano Jenny Lind. Su pasión le inspiró el cuento «El ruiseñor», y contribuyó a que la apodara la «ruiseñor sueca». Andersen solía mostrarse tímido con las mujeres y tuvo serias dificultades para declararse a Lind. Lo hizo por carta cuando Lind tomaba un tren para realizar un concierto. Sus sentimientos no eran correspondidos, ya que ella lo veía como a un hermano, como expresó en una carta de 1844: «Adiós… que Dios proteja a mi hermano es el sincero deseo de su afectuosa hermana, Jenny”. Otras decepciones amorosas fueron Sophie Ørsted, la hija del físico Hans Christian Ørsted, y Louise Collin, la hija menor de su benefactor Jonas Collin. De igual forma que tuvo poco éxito con las mujeres, Andersen también se sintió atraído sin ser correspondido por varios hombres. Por ejemplo, escribió a Edvard Collin: «Languidezco por ti como por una joven calabresa... mis sentimientos por ti son como los de una mujer. La feminidad de mi naturaleza y nuestra amistad deben permanecer en secreto». Collin, por su parte escribió en sus memorias: «No me encontré capaz de responder a su amor, y eso causó al escritor mucho sufrimiento”. Estudios literarios modernos sugieren que en algunas obras de Andersen hay un homoerotismo camuflado, fruto de su homosexualidad reprimida. Esta represión se ve ya en los diarios de juventud de Andersen en los que registra su intención de no mantener relaciones sexuales.

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Sus cuentos para niños continuaron apareciendo hasta 1872, cuando las últimas historias fueron publicadas en Navidad. Durante la primavera de ese año, Andersen sufrió una caída desde su propia cama, lo que le produjo heridas graves. Nunca volvió a recuperarse del todo, y el 4 de agosto de 1875 murió en la casa llamada Rolighed, cerca de Copenhague, donde está enterrado.

Uno de sus cuentos fue: 
El Patito Feo

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